El
poder telepático no estaba al alcance de todos. El gobierno
controlaba desde su descubrimiento-invención todo el tráfico del
chip-hormona que estaba a punto de reventar los sistemas sociales. No
sólo permitía el contacto y la comunicación entre individuos
dotados de ella, si no también tras cierto aprendizaje la
lectura e intromisión total en la mente ajena. Los más hábiles
consecuencia incluso penetrare en las murallas que el cerebro
desplegaba de manera irreflexa y, a su pesar, no demasiado efectiva.
De los más diestros y perseverantes en este arte de raid cerebral se
escogían los futuros miembros de la guardia de la razón.
Por
supuesto ellos no defendían la razón si no una lógica derramada
desde arriba, como envoltorio del poder que controlaban . Esta lógica
implacable era la gasolina que daba vigor al absurdo músculo de
acero telepático.
En
el mercado negro, llamado mela zoco, sin embargo venenosa mente
ramificado como las neuronas de un vinómano se intentaba compensar
el monopolio de este chip-hormona de alto valor político, aunque en
él se mercadeaba con otras sustancias de menos calibre, algunas
explosivas, las más adictivas.
Hace
ya tiempo, cuando se descubrió el simposio del Diktor Mbanza ,
descubridor vilipendiado de esta tecnoproteína,. muchos
quisieron quemarlo;había causado tanto daño su descubrimiento.
Tanto al sus inocentes y enriquecedoras obras, en todas sus
ediciones aunque fueran meramente orales o impresas en piel de Harria
como al mismo la doctor. Esto último no pudieron hacerlo pues
aunque exhumaron su cadavercillo entre alaridos y fue bañado en
gasolina no era tan combustible como hubieran esperado los
iconoclastas del cementerio.
Hoy
la bomba era irreversible, la hormona -chip había sido interceptada
por un grupo neocrática y se servía en expendedoras junto con los
morfins. Surgieron, varios hoplopastores que en sus pletóricas
monsergas veían esto como un avance irreversible hacía lo que ellos
llamaban pureza.
Se hablaba de la muerte de la mentira, del fin de la hipocresía y otros grandes lemas decadentes. Incluso de que se le había proporcionado a la humanidad el instrumento último de control, y de concordia. El Mal quedaba pues desprovisto¡o, incapaz de engañar, de una de sus más valiosas armas y con certeza la más sibilina. Aun así Arkus-así se hacía llamar el más atrayente de estos predicantes- reconocía que la victoria no era aún total y que se conseguiría aplicando con firmeza una imposición gradual.
Se hablaba de la muerte de la mentira, del fin de la hipocresía y otros grandes lemas decadentes. Incluso de que se le había proporcionado a la humanidad el instrumento último de control, y de concordia. El Mal quedaba pues desprovisto¡o, incapaz de engañar, de una de sus más valiosas armas y con certeza la más sibilina. Aun así Arkus-así se hacía llamar el más atrayente de estos predicantes- reconocía que la victoria no era aún total y que se conseguiría aplicando con firmeza una imposición gradual.
Pero
la realidad fue diferente, si la situación con la policía
telepática era moral y angustiosamente insoportable la liberación
de esta hormona provocó una vibración tal que removió, no
el cemento, pero sí las hasta entonces sólidas estructuras de la
personalidad. Nadie estaba salvo. Nadie lo estaría.